“Más vale malo por conocido que bueno por conocer”, ¿Quien
no ha escuchado éste refrán? O, mejor aún ¿Quién no lo ha dicho y llevado a la
práctica, o aconsejado a algún amigo(a)?
Este refrán refleja una de las tendencias más grandes
del ser humano: la resistencia al cambio.
Esa fuerza inconsciente que no quiere
cambiar, que desea permanecer en el mismo status, porque tal vez, le parece
cómodo y, como dirían los psicoanalistas, le confiere una ganancia secundaria.
Es decir, se obtiene algún tipo de
compensación por estar en dicha situación. Ganancia, que es en sí misma un
proceso inconsciente. Pero dirán algunas personas ¿Cómo es posible? Yo sí
quiero cambiar, quiero dejar atrás ésta depresión, quiero dejar de repetir el
mismo patrón.
Y otros dirán “yo no tengo ganancia secundaria”, puede ser, no se
da en todos los casos. En otras personas, la resistencia al cambio es
simplemente una cuestión de aprendizaje, de aprender, primero a ver el mundo
con otros ojos ( labor terapeútica, por cierto), de darse cuenta que hay otra
realidad, otro mundo y, por ende, de llegar a
sentir algo distinto. Existen muchas personas, por ejemplo que
nunca han sentido el optimismo, la alegría, la esperanza, etc. Incluso hay
personas que desconocen lo que es el amor a sí mismos. Se puede empezar por ahí,
por empezar a sentir diferente.
Y, nos obstante, hoy en día se ha dicho y muchas
personas han escuchado un sinnúmero de veces “lo único que permanece constante es el cambio”, la realidad es que, en la mente de muchas personas,
el cambio es sinónimo de algo desconocido, de enfrentarse a algo nuevo que
representa un riesgo y ese riesgo es precisamente algo que puede no gustar, y entonces, aunque el refrán sea tan
antiguo como la humanidad misma, el hombre continúa solucionando sus problemas
de la manera más conocida, con los mismos recursos de sus antepasados, con
refranes del tipo “ mas vale malo por conocido.. que bueno por conocer” y
entonces, vemos que Sigmund Freud no estaba tan equivocado cuando habló de la
“compulsión a la repetición” y me pregunto... ¿En verdad las personas quieren
cambiar? Ojalá que sí, porque el alcohólico puede dejar de sentirse como una
alcohólico, el codependiente también, el depresivo puede aprender a sentir lo
que se siente no estar deprimido y así sucesivamente, siempre y cuando los
terapeutas tengamos la habilidad de detectar la resistencia al cambio y
superarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario