En
alguna ocasión una persona que acababa de sufrir la pérdida de un familiar muy
cercano me decía: ¿dónde hay un manual que diga que hacer en éstos momentos? ¿cómo reaccionar?, ¿cómo sentirnos?, ¿cómo recuperarnos posteriormente?
Y es cierto. No existe un manual para éstas circunstancias.
Y es cierto. No existe un manual para éstas circunstancias.
Y
si bien es cierto, la pérdida de un ser querido es un evento devastador, sin
embargo para algunas personas otros tipos de pérdidas suelen ser igual de
devastadoras, como por ejemplo, la pérdida de un órgano o de una parte del
cuerpo, la pérdida de trabajo (he
conocido personas que han tardado recuperarse años de un evento similar), la
pérdida de posición social, o la pérdida de cosas materiales por motivos de
robo o asaltos. En todos los casos, el cerebro humano lo registra así, como
algo que se tenía y en un momento dado, ya no se tiene. Puede ser a través del
tiempo, como cuando se le avisa al trabajador que tiene tres meses para
entregar su puesto o, puede ser de manera abrupta, cuando se le pide que lo
entregue inmediatamente.
En
todos los ejemplos anteriormente expuestos, el ser humano vive un proceso que
se llama duelo, en el cual las emociones pueden pasar de tristeza profunda,
hasta enojo y culpabilidad. Estas emociones también dependerán del valor que se
le asignaba al objeto perdido y en el caso de las personas, al tipo de relación
que se tenía con ellas.
El
proceso de duelo se extiende generalmente a un año o dos, en el caso de un ser
querido o una parte del cuerpo; sin embargo cuando se trata de objetos materiales
o la pérdida de trabajo,
su duelo generalmente es más corto.
Un parte muy importante de éste proceso y que es imprescindible para la recuperación de la pérdida, se le llama reconciliación.
Reconciliar significa según el diccionario: "Acordar los ánimos desunidos, es decir, unirse, pacificar, conciliar". Durante la ayuda emocional, reconciliar se refiere al hecho de ayudar a la persona a lograr su recuperación y continuar con su vida de la mejor manera.
En
éste caso, la propuesta de reconciliarse con la pérdida, significa eliminar a
través del proceso de duelo las emociones negativas como el enojo y/o la culpa
que pudieran prevalecer pese al transcurso del tiempo y que pudieran estar
interfiriendo en la continuación de la vida emocional de la persona.
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