En
un artículo anterior hablaba acerca del alcoholismo en la mujer, sin embargo, no menos importante es el
alcoholismo en los adolescentes; situación que hoy en día se ha convertido en
un problema de salud a nivel nacional.
Las
estadísticas nos demuestran que, en nuestro país, los chicos (as) comienzan a
tomar desde los once años de edad. Incluso la mayor cantidad de accidentes
automovilísticos se producen en los jóvenes que oscilan entre los 15 y 21 años de edad, desgraciadamente muchos
de estos accidentes son fatales. Sin embargo, no solamente el manejar con alto
índice de alcohol en la sangre es el único riesgo al que se exponen los
chicos(as), sino también el caer en cuadros de depresión como resultado de la
ingesta de alcohol, incurrir en actos en contra de la ley, encontrarse en riñas
de tipo callejero, etc.
Generalmente
los adolescentes comienzan a tomar como resultado de la insistencia de sus
amigos. Para muchos grupos de chavos, el tomar es como un ritual que indica que
el adolescente ya es “grande” y tiene que pasar la prueba del alcohol, es
decir, demostrarle a sus iguales hasta donde es capaz de tomar alcohol.
Sin
embargo, el adolescente que se inclina por éste tipo de amistades, ya demuestra
dentro de sí mismo una problemática en su personalidad que debe ser atendida a
la brevedad. De no ser así, terminará siendo un adulto con problema de
alcoholismo y tendrá que enfrentar la responsabilidad que esto implique.
Otro
aspecto importante es el porqué el adolescente acepta demostrar que ya es grande,
a partir de la ingesta de alcohol.
Esto
supone una combinación de varios factores:
El
primero es el genético: si en la familia del adolescente existen parientes
alcohólicos, entonces las probabilidades de que se interese por tomar son más
altas que en quiénes no es así.
El
segundo, es la falta de autoestima en el chico, lo cual debe ser tratado a
nivel familiar, especialmente con los padres y;
El
tercero, la necesidad de identificación por parte del chico y la ausencia de un
modelo que le provea dicha identificación (por supuesto positiva) dentro de su
entorno familiar. Me refiero a la ausencia de la figura paterna.
Para
las madres de chicos que se encuentren en la situación antes mencionada, les
recomiendo que inscriban a sus hijos en actividades propias del género
masculino, ya sean deportivas, artísticas o científicas que, de preferencia
sean dirigidas por un varón, esto les permitirá conocer un entorno distinto y satisfacer su
necesidad de identificación de manera positiva, así como incrementar su
autoestima.
Recuerden,
para todo hay soluciones, el primero paso es buscarlas.
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