La mayoría de los seres humanos adultos
recuerdan o mejor dicho recordamos a algunos de nuestros maestros (as) con los
cuales convivimos durante nuestra época escolar.
Algunos son recordados por su
carisma y alegría, otros por su energía, autoritarismo, otros por su impactante
ejercicio de la disciplina o por “buena onda”. Ojalá también fueran
recordados por las lecciones enseñadas o
las habilidades transmitidas a sus alumnos, sin embargo, la mayoría ( no el
100%) de los estudiantes suelen recordar a sus docentes por sus habilidades
personales más que por sus capacidades intelectuales o nivel de conocimientos.
Esto último adquiere reconocimiento e importancia hasta el nivel de educación
superior.
No importa cuál sea el motivo por el cual se
recuerda a un maestro o docente, lo importante es comprender la relevante labor que tienen en nuestra
sociedad. Es al maestro a quien le dejamos la enseñanza de nuestro(s) hijo(s). Al
mismo tiempo, los educandos adquieren otro tipo de habilidades de índole
personal en el terreno escolar.
Hablemos de autoestima, trabajo en equipo,
manejo de conflictos, etc. Todas estas habilidades y otras más son aprendidas
en la escuela, bajo la tutela de ese maestro a quien diariamente varios padres
de familia le confían a sus hijos. Su mayor tesoro.
Y son los maestros los que todos los días se
esfuerzan por transmitir conocimientos y, consciente o inconsciente transmiten
valores y desarrollan habilidades. Para ellos, que tienen en sus manos a los
líderes del futuro y subsecuentes generaciones de nuestro país, les quiero
regalar la siguiente “receta” para enseñar, escrita por el brillante pedagogo y
autor Estanislao Antelo, quien sostiene
que, para enseñar, el docente debe:
- Pasar. La tarea
básica del docente es pasar contenidos a sus alumnos; contenidos que él ha
recibido, y que ha moldeado.
- Cocinar. Debe darle forma
a las asignaturas, y ofrecerlas apetitosas para su consumo. Cuando el
docente no condimenta sus clases, ni mezcla contenidos, y entrega un trozo
completo de conocimiento para ser digerido; el alumno traga sin masticar,
y luego devuelve exactamente igual, repitiendo la lección de memoria.
- Instruir. Otra tarea
básica en la docencia es instruir, en el sentido de enseñar, comunicar,
informar, ofrecer conocimientos.
- Exhibir y exhibirse. El docente debe
ofrecer las materias, y ofrecerse a él mismo, de forma atractiva para que
el proceso de enseñanza tenga lugar.
- Inventar. Debe ser capaz
de crear, combinar y hacer raro lo habitual.
- Coleccionar. Al igual que un
coleccionista, el docente debe clasificar, ordenar y dar un sentido al
conocimiento.
- Capacitar. Capacitar en el
sentido de hacer capaz a alguien.
- Prometer. El docente debe
ser capaz de mostrar y asegurar que el conocimiento nos conduce a un
futuro mejor.
- Amar. Por último, sin
amor a lo que se hace, y a los destinatarios de nuestra acción, no es posible
la enseñanza.
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