La vejez se caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de los
sistemas corporales. En un estado de graduales cambios degenerativos, que
involucran cambios psicológicos. Estos cambios psicológicos pueden ser
positivos o negativos, según cómo lo observe la persona, según sus creencias
personales, familiares y sociales. Esto quiere decir, que la vejez no
necesariamente tiene que ser una etapa de angustia o sufrimiento. Depende de la
persona cómo se considere a sí misma y cómo quiera vivir éste periodo.
Existen indicios de que nos afirman que al llegar a ésta etapa (65 años
en adelante), es cuando el organismo siente o resiente el cuidado que se le dio
en los años anteriores. No es lo mismo llegar a ésta edad con años previos de
tabaquismo, sedentarismo y emociones negativas continuas. Los estudios actuales
de neuroactivación cerebral nos confirman que la mayoría de las personas de la
tercera edad pueden conservar sus capacidades físicas y psíquicas,
especialmente si continúan ejercitando su cuerpo y su cerebro. El primero con
ejercicios guiados o accesibles como la caminata, etc. y el segundo a través de
actividades de atención, concentración, memoria, etc.
Generalmente lo que caracteriza éste periodo es la pegunta hacia sí
mismo “¿he vivido cómo he querido?” “¿conseguí lo que me propuse?”, de alguna
manera, el ser humano, comienza a replantearse lo que ha sido su vida y lo que
ha hecho en el transcurso de la misma. Cuando éstas repuestas nos son
satisfactorias puede venir lo que el Psicólogo Erikson denominaba “etapa de
desesperación”, es decir, se puede sentir insatisfecho por sus logros y por
ende desesperado ante el pensamiento de que ya no tiene tiempo suficiente para
comenzar otra vida.
En éste periodo, de igual manera, el adulto mayor ha vivido pérdidas, de
amigos, incluso de familiares, y esto lo lleva a plantearse a sí mismo la
posibilidad de su propia muerte. También ha experimentado pérdidas en torno a
su persona, posiblemente su salud no sea la mejor; en el campo laboral,
seguramente ha experimentado la jubilación, y con esto, la baja autoestima.
Incluso, en algunas familias, el adulto mayor ha perdido su independencia,
debido a causas físicas o psicológicas y se convierte a sí mismo en una persona
que depende nuevamente de sus familiares más cercanos. En el proceso de saber
vivir la vejez mucho cuentan las actitudes y acciones de la sociedad que rodean
a la persona.
También es importante mencionar que en ésta etapa se vive la dicha de
ser abuelos, lo que le brinda al adulto mayor una oportunidad más de enseñar,
de guiar y por supuesto de trascender. Es entonces cuando analizamos, si el
adulto mayor ya no puede procrear, efectivamente sí puede seguir creando.
Quiero citar nuevamente el Psicólogo Erikson (Erikson y Hall, 1987), quién
afirmó:
“El paso a la tercera edad no pone fin a la generatividad
(productividad) de una persona. A medida que la categoría de las personas
mayores aumenta, éstas permanecerán implicadas en los asuntos del mundo durante
mucho más tiempo.”
Contempla, entonces, a la tercera edad como un período más productivo y
creativo que en el pasado –en el que un artista de 80 años, escritor o músico,
ya no serán algo excepcional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario