En la época actual es muy común
observar como el ser humano tiende a dividir en su mente conceptos y por ende
creer que tiene que escoger entre los diversos caminos que la vida le presenta.
Por un lado dejarse llevar por las tareas rutinarias, trabajo, familia,
etcétera y desvincularse de aquellas actividades relacionadas con el trabajo
personal interior o espiritual. Eso último también por el hecho de que, si
pensamos en una actividad como la meditación, varios de ustedes que están
leyendo estas líneas, lo primero que vendrá a su mente podrá ser la imagen
del Dalai Lama o de algún monje tibetano, y por supuesto el estilo de vida
asociado con ellos, es decir, una vida alejada de lo mundano, y de todo aquello
catalogado como material. Sucede lo mismo entre aquellos que defienden la
ciencia y los que son partidarios de la espiritualidad. Pareciera que hubiera
dos bandos y que ambos (curiosamente cuestionan el ego, juicios y el desapego)
trataran de tener la razón.
El que unas personas defiendan la
ciencia y otras la espiritualidad depende del hemisferio cerebral dominante.
Las personas analíticas, exactas, que requieren datos concretos e indicadores y
que necesitan "ver para creer", son aquellas que, por alguna razón
han bloqueado el hemisferio derecho del cerebro y utilizan el hemisferio
izquierdo. Esto último sucede principalmente por hábitos de estudio.
Ustedes recordaran que en la escuela
generalmente los maestros les preguntaban "qué piensan" y no
"qué sienten” con respecto a algún tema en particular. Las personas que
han aprendido a sentir y que son más emocionales, como los artistas, poetas,
músicos, etcétera, utilizan su hemisferio derecho. Son aquéllas que primero
"creen y luego ven". En los años noventas, surgió el concepto de
Inteligencia Emocional como un acercamiento a que las personas aprendieran
a utilizar ambos hemisferios y por ende pudieran tener los beneficios de ser
analítico y creativo al mismo tiempo.
Dentro de la salud mental, observamos
un fenómeno similar, es decir, quienes creen profundamente en la psicoterapia y
quienes se inclinan por métodos denominados alternativos o espirituales. Para
atender ambas inquietudes y tener acceso a los beneficios de ambos, surge la
psicología transpersonal. Entonces, un trabajo de desarrollo humano
transpersonal enfocará a los participantes a observarse a sí mismos a través de
prácticas como la meditación, meditación en movimiento, tai chi, técnicas de
respiración y mindfullness. Esta última se refiere al arte de vaciar la mente,
estar en el aquí y el ahora. Cabe mencionar que esta técnica está dado
excelentes resultados entre altos ejecutivos en el mundo, ya que disminuye el
estrés y aumenta la productividad. La meditación, por si misma, ha ayudado a la
recuperación de pacientes depresivos y alcohólicos, en combinación claro, con
su tratamiento médico y psicológico. Incluso es recomendable que cualquier
proceso psicoterapéutico se le complemente con sanación energética, ya sea
Theta Healing u otro, (en la actualidad existen una gran variedad de técnicas
de sanación energética o espiritual) más ejercicio físico moderado.
Por lo tanto, para estar bien, es
necesaria la integración del Ser, Integrar Mente, Cuerpo y Espíritu.
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