El que los hijos elijan una vocación es un asunto muy
importante, estamos hablando de su futuro, de aquélla actividad a la que se
dedicarán durante el resto de su vida. También estamos hablando de aquélla
actividad que les brindará la oportunidad de tener ingresos económicos y
proveer a su propia familia cuando la tengan, así como de la oportunidad de
tener un reconocimiento social o un lugar en la sociedad a través de dicha
vocación.
Sin embargo, existen padres, que desean incansablemente
que sus hijos estudien o se dediquen a una actividad que el hijo no disfruta
o que probablemente no tiene ni las habilidades ni las aptitudes para
desempeñarla favorablemente. Casos como “en
ésta familia todos han sido abogados, o doctores, o músicos o poetas, etcétera
y tú no vas a ser la excepción.” En
éstas situaciones lo que hemos visto mucho son hijos que estudian lo que sus
padres querían y finalmente dicen “ya
le entregué el título ahora sí me voy a dedicar a lo que yo quiero.” Esto último en el mejor de los
casos, pero en otros, el hijo continúa satisfaciendo las expectativas
parentales de por vida, teniendo como resultado una gran insatisfacción o
frustración.
Muchos padres argumentan lo anterior
diciendo que con ésa carrera van a fracasar o no es una buena carrera o tal vez
se van a morir de hambre; sin embargo, expresa Martha Alicia Chávez, escritora “es mucho más
probable que fracasen, no puedan mantener a una familia y "se mueran de hambre"
si estudian una carrera que no les gusta y que no es congruente con lo que
ellos son. No así si estudian lo que a ellos les atrae, les llena el alma y les
inspira”.
A veces los padres desean que su hijo se
convierta en ésa persona que ellos no lograron ser, un ejemplo es la madre que
tiene a su hija tomando arduas lecciones de piano durante horas, incluso
sacrificando sus horas de esparcimiento y de amistades, porque ella (la madre)
siempre anheló ser pianista y no pudo, tal vez no tuvo acceso a lecciones de
piano o a tener un piano y ahora que lo tiene, motiva (obliga) a su hija a cumplir el deseo de ella.
Cuando los hijos se sienten obligados, invariablemente desarrollarán algún
síntoma.
Quiero terminar señalando que es diferente escuchar y
orientar que obligar. La función de nosotros los padres es orientar, para que
nuestros hijos vivan su propia vida a través de sus propios talentos y con sus
propias inquietudes. Nosotros los padres tenemos nuestra propia vida, nuestros
propios talentos e inquietudes y mientras tengamos vida tendremos tiempo de realizarnos.
Parafraseando
nuevamente a Martha Alicia Chávez en un mensaje hacia los padres:
“Cuando te encuentres a ti mismo insistiendo
demasiado,
presionando
mucho, o muy enojado porque tu hijo
no accede
a hacer algo que tú quieres que haga,
vuelve
la mirada hacia ti mismo y
revisa
cuál es esa parte de tu propia historia que
estás
tratando de resolver a través de él.”
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