lunes, 3 de abril de 2017

EL CICLO VITAL: VEJEZ

La vejez se caracteriza por un declive gradual del funcionamiento de los sistemas corporales. En un estado de graduales cambios degenerativos, que involucran cambios psicológicos. Estos cambios psicológicos pueden ser positivos o negativos, según cómo lo observe la persona, según sus creencias personales, familiares y sociales. Esto quiere decir, que la vejez no necesariamente tiene que ser una etapa de angustia o sufrimiento. Depende de la persona cómo se considere a sí misma y cómo quiera vivir éste periodo.

Existen indicios de que nos afirman que al llegar a ésta etapa (65 años en adelante), es cuando el organismo siente o resiente el cuidado que se le dio en los años anteriores. No es lo mismo llegar a ésta edad con años previos de tabaquismo, sedentarismo y emociones negativas continuas. Los estudios actuales de neuroactivación cerebral nos confirman que la mayoría de las personas de la tercera edad pueden conservar sus capacidades físicas y psíquicas, especialmente si continúan ejercitando su cuerpo y su cerebro. El primero con ejercicios guiados o accesibles como la caminata, etc. y el segundo a través de actividades de atención, concentración, memoria, etc.

Generalmente lo que caracteriza éste periodo es la pegunta hacia sí mismo “¿he vivido cómo he querido?” “¿conseguí lo que me propuse?”, de alguna manera, el ser humano, comienza a replantearse lo que ha sido su vida y lo que ha hecho en el transcurso de la misma. Cuando éstas repuestas nos son satisfactorias puede venir lo que el Psicólogo Erikson denominaba “etapa de desesperación”, es decir, se puede sentir insatisfecho por sus logros y por ende desesperado ante el pensamiento de que ya no tiene tiempo suficiente para comenzar otra vida.

En éste periodo, de igual manera, el adulto mayor ha vivido pérdidas, de amigos, incluso de familiares, y esto lo lleva a plantearse a sí mismo la posibilidad de su propia muerte. También ha experimentado pérdidas en torno a su persona, posiblemente su salud no sea la mejor; en el campo laboral, seguramente ha experimentado la jubilación, y con esto, la baja autoestima. Incluso, en algunas familias, el adulto mayor ha perdido su independencia, debido a causas físicas o psicológicas y se convierte a sí mismo en una persona que depende nuevamente de sus familiares más cercanos. En el proceso de saber vivir la vejez mucho cuentan las actitudes y acciones de la sociedad que rodean a la persona.


También es importante mencionar que en ésta etapa se vive la dicha de ser abuelos, lo que le brinda al adulto mayor una oportunidad más de enseñar, de guiar y por supuesto de trascender. Es entonces cuando analizamos, si el adulto mayor ya no puede procrear, efectivamente sí puede seguir creando. Quiero citar nuevamente el Psicólogo Erikson (Erikson y Hall, 1987), quién afirmó:
“El paso a la tercera edad no pone fin a la generatividad (productividad) de una persona. A medida que la categoría de las personas mayores aumenta, éstas permanecerán implicadas en los asuntos del mundo durante mucho más tiempo.”

Contempla, entonces, a la tercera edad como un período más productivo y creativo que en el pasado –en el que un artista de 80 años, escritor o músico, ya no serán algo excepcional.


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