Mirar en nuestro interior es atrevernos a descubrir todo aquello que en
realidad somos. Somos el resultado de lo que hemos incorporado de nuestros
ancestros, es decir de las generaciones que nos
precedieron. Somos el resultado de nuestros pensamientos más
inconscientes. De nuestros instintos y
pulsiones desconocidas. A todo esto, es
lo que Carl Gustav Jung denominó nuestra sombra. Y se desarrolla en la cuarta fuerza de la
Psicología, denominada Transpersonal.
La sombra, este aspecto no reconocido de nuestra personalidad
puede mostrarse en omisiones, equivocaciones al hablar, accidentes, cuando se dejan acciones o metas
inconclusas. Pagos inconclusos. También
cuando se está cansado, o estamos bajo presión, y se dice que en esos momentos sale la verdadera
personalidad. También, En las
incoherencias al hablar y al actuar. Es decir, se habla de algo pero se actúa
lo contrario.
De igual manera aparece la sombra en aquellas características que nos
molestan o nos enojan de otras personas. Se le llaman proyecciones.
Por eso todas las relaciones humanas son una oportunidad de conocernos. Y
todavía más enriquecedoras son las experiencias grupales.
¿De qué nos sirve conocer nuestra sombra?
Porque...
... lo que observas en ti transforma tu mundo. Al observar tu sombra, dejarás
de vivir situaciones en las que sientes
que no tienes control. Dejaras de culpar a otros por lo que te pasa y tomaras
las riendas de tu vida con autorresponsabilidad.
Porque al conocerte empiezas a vivir lo que Jung llama sincronicidad,
sincronicidad significa lo que últimamente se ha manejado como poner el
universo a tu favor.
Por eso... Quien mira en su interior despierta.
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