Ser
madre es la máxima expresión del amor y del poder creativo de una mujer. Ser
capaz de dar vida a otro ser humano nos demuestra la magnificencia de ella
misma, y de la conjunción con su compañero.
Una
madre vive, durante treinta y nueve semanas, la magnífica aventura de sentir
como dentro de sí misma, se realiza el mayor milagro de la vida: un hijo.
Pero ésta experiencia, tan bella, por sí misma,
se experimenta de diversas formas para cada una de las mujeres. Habrá quien lo
viva plácidamente dentro de un entorno amigable, saludable, en armonía
familiar, con su pareja o inclusive con otros hijos, todos en espera del nuevo
integrante. Podrá destinar recurso económico para esperar a ese hijo, comprar
ropa, accesorios, muebles, etc. Sin embargo, no todas las mujeres viven la
maternidad con tanta suerte. Algunas lo harán sin una pareja, otras, tal vez
lejos de una familia o con muchos cuidados médicos, por alguna situación
de salud especial. Para algunas será un evento de extrema alegría, para otras
de preocupación. Algunas lo habrán planeado y esperado, para otras la madre
naturaleza las sorprendió en un momento poco oportuno.
Pero para todas ellas, quiero expresarles mi más grande admiración, porque, cualquiera que hayan sido las circunstancias de su embarazo, fueron bendecidas con ese hijo y tendrán la dicha de verlo crecer, de compartir sus pequeños logros, (que para una madre son enormes), de escuchar sus primeras palabras y acompañarlo a lo largo de su vida. Teniendo así, la oportunidad de repetir y porqué no, de componer su propia historia.
Madres,
que tuvieron que dar a sus hijos en adopción, madres que adoptaron a éstas
criaturas; a todas les digo que el destino y el universo se encargaron de
acomodar los acontecimientos de la mejor manera. Cuál sea la historia de
cada mujer, de cada madre de familia, como grandes expositoras de nuestro
género, en especial en nuestro país, suelen existir emociones como culpa, resentimientos,
hacia sí misma o hacia otros. Las invito a todas, a usted, cualquiera que sea
su historia, a reconocerla como única, a saber que su historia merece respeto y
merece sanar lo que debiera ser sanado.
Dediquémosle
el mes de mayo, a las madres, pero a su salud integral, mente, cuerpo y
espíritu. Y a su comprensión, reconocimiento y liberación emocional.
Incluyo
a las que han deseado con todo su ser lograr la maternidad y aún no lo han
logrado, a ustedes les digo, siempre hay una esperanza, la fe y los
bloqueos están en la mente.
Amor
Incondicional para todas.