¿Por qué nuestros amigos, son precisamente
eso?
¿Nuestros amigos?
Desde los primeros años de vida, podemos observar que los
niños al acudir al jardín de niños comienzan a elegir a sus amiguitos, ya
expresan preferencias acerca de con quién relacionarse y con quién no. A partir
de los seis años, sus preferencias han sido más
definidas, ya comienzan a tener “el mejor amigo” o “los mejores amigos” con
quienes comparten gustos, en juguetes, programas de televisión, etc., pero con
quienes comparten principalmente una habilidad importantísima para su
desarrollo posterior: la imaginación. A través de éste proceso los niños
encuentran en sus amigos a personitas cómplices de sus fantasías, a través de
las cuales resuelven sus preocupaciones y dan solución a sus angustias (sí
querido lector, los niños se angustian por lo que escuchan y ven en sus
hogares). Estos pequeños cómplices continúan a lo largo de varios años, pasarán
por la etapa del Club de Tobi, que se caracteriza por la búsqueda de amistades
del mismo género y rechazo del contrario; se festejarán triunfos, tanto
escolares como deportivos y serán tan importantes para ellos como su propia
familia, ya que con ellos comparten su mundo alternativo, el de la fantasía.
Un día los chicos finalizan sus estudios de
primaria, y, en algunos casos cambiarán de escuela, en otros no, sin embargo,
todos los chicos, pasarán a otra etapa, una etapa en la cuál la búsqueda de
amistades se hará hacia modelos de admiración. Tanto en secundaria como en
preparatoria, el ser humano busca relacionarse y estar cerca de la
persona que admira, ya sea por su trato, su forma de vestir, su forma de
hablar, de caminar, etc., podemos decir que el chico(a) busca una identidad
propia al tratar de parecerse a otros. Es aquí donde pueden incorporar una
personalidad que tal vez a papá o a mamá no le agrede del todo, sin embargo, a
través de sus amistades el chico(a) está tratando de comunicarse, tal vez
comunique rebeldía o desacuerdo hacia su ambiente familiar, o tal vez comunique
deseos o expectativas como convertirse en un campeón del baloncesto o del
futbol. En fin, las amistades siguen siendo vínculos importantes, pero ahora
acerca de la expresión misma del ser humano.
Sin embargo y a partir de los dieciocho años en
adelante, los amigos son el espejo de la propia personalidad. Son otras
personas, iguales a nosotros, con quienes nos sentimos en plena confianza, tal
vez de reír, de contar nuestras preocupaciones, nuestros éxitos, nuestros
deseos, pero sobretodo de compartir. Compartir lo más íntimo de nuestro ser y
seguir desarrollando ésta habilidad con la cual nos integramos con otros: la
imaginación. Cuando platicamos con nuestras amistades, contamos nuestros
anhelos, nuestro ideal de la vida y así comenzamos a crear nuestro mundo.
Todavía en la edad adulta podemos ver la repetición del
Club de Tobi, cuando varios matrimonios amigos se reúnen, ellos por un lado,
ellas por el otro. Tal vez nuestras amistades en la vida adulta tengan un poco
de todo: nos escuchan, nos ayudan a seguir imaginando, las admiramos y también
tienen algo (o mucho) de nosotros.
Por eso las queremos, las cuidamos y ojalá el 14 de
febrero no sea el único día del año que le digamos a un amigo (a) cuán
importante es para nosotros o cuán importante ha sido a lo largo de nuestra
vida. Y si tú, querido lector, tienes un amigo, eres muy afortunado, y si los
has dejado atrás, tal vez sea el momento de recuperarlos o fomentar nuevos
vínculos con nuevas personas. Recuerda, las amistades llegan en cualquier
etapa de nuestra vida y nos siguen ayudando en nuestro desarrollo emocional.